"Ningún animal mata para hacer el mal, los humanos sí",... pero claro! no matan para hacer el mal, porque el mal es una categoría solo reservada para lo humano: la moralidad está ausente en lo animal. Los animales no entienden de mal y bien, están bajo la férrea égida del instinto. Es la conciencia de la muerte la que le precipita en esa salida del instinto y la entrada en la voluntad, la razón, el deseo. Mucho tenemos que agradecer a la muerte, seguramente la propia vida, la propia condición de humanos. Mata para hacer mal, pero seguramente los autores del crimen, lo hacen para hacer bien: caprichos de la moralidad y de las individualidades; mal y bien, siempre se tocan, se palpan, esa es la puta obra del Dios del Edén: precipitó a los hombres a la elección y a la prohibición de una cosa insólita: no podrás comer del árbol del bien y del mal... pero cómo iba a saberlo el pobre Adán, si desconocía tales categorías?... puesto que era puro. Pero para eso Dios le tenía reservada una baza: fue el árbol del bien y del mal lo que le tentó a Adán, la curiosidad de ser como Dios? o la mujer que como diferente le habilitó un deseo sexual? Qué Dios más perverso!!!
Yo, Ricardo III, rey de Inglaterra, conocido como el Duque de Gloster, el que afirmó que el invierno de nuestro descontento se ha transformado en etcétera, yo, deforme, terminado a medias, vaya, yo, me veo recluido en esta torre y no se si vivo o muerto. Deambulo como un espectro por este espacio extraño esperando el día que monte de nuevo el caballo para ser libre y si esto supone tu muerte, sea.
viernes, 4 de febrero de 2011
RIII y el mal
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