jueves, 27 de enero de 2011

La libertad y la muerte.

A la entrada de los campos de concentración y de exterminio todos
recordamos el cartel Trabajar te hace libre. En el mundo de Ricardo III se
es libre matando. Se mata como decisión que conduce al poder. ¿Para que el
poder? Para tener la libertad de seguir matando. Eso es Ricardo III. La
libertad de matar.

º Una obra que nos habla de la muerte. ¿Donde? Un Reino donde impera la
decisión de un individuo de quitar la vida de los demás. El entorno es un
lugar real pero que parece imaginario dada la cantidad y calidad de la
arbitrariedad que supone matar para conseguir el poder. Se viene haciendo
con asiduidad a lo largo de la historia del hombre. Se seguirá haciendo a
lo largo de ella y sin embargo aquí estamos.

º La banalidad del mal afirma Hanna Arendt. Queremos  hablar del sin
sentido que habita la decisión de matar como la banal repetición de una
conducta humana que tuvo su dosis de exceso en los campos de exterminio.
Murieron millones. Lo que no murió es el  deseo de matar como una marca
registrada de la humanidad. Ningún animal mata para hacer el mal. Los
humanos si.

Nuestro Ricardo III se articula con el Tercer Reich. Es decir la historia
del hombre capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de Hitler y de
Shakespeare.

 Primo Levi : “Puedo sentirme culpable porque he sobrevivido pero estoy en
paz conmigo mismo porque he testimoniado.”

 El hombre debe crear para superar el sin sentido incluso de una
cotidianeidad dispuesta a falsear lo real por  unos instantes de
eternidad como los que a veces ofrece el arte. Es nuestro testimonio.


                                                                  Jorge Eines